Hay pocas cosas tan íntimas y femeninas como la lencería: un toque maravilloso y privado que podemos usar debajo de un outfit serio o informal sin que nadie lo sepa. Son artículos que históricamente datan de más de 2.000 años a.C. en civilizaciones como Mesopotamia y Egipto, donde había prendas interiores similares a camisas de lino o a trusas que luego se convirtieron en la ropa interior moderna.

Sin embargo, aunque materiales como los encajes, chiffon de seda, georgette, blondas y algodón griten feminidad, muchas de estas prendas se escogen pensando en el género masculino antes que en nosotras mismas.

Entonces, ¿Por qué escogemos estas prendas pensando en ellos?

Hablando hace unas semanas con Angélica Arbeláez, creadora y diseñadora de la marca de lencería Amores Filosóficos, compartíamos sobre lo que nos motiva para escoger ropa interior. Para Angélica, los detalles son definitivos para poderle dar el toque perfecto a cada prenda. Desde frases que cuentan de la filosofía de marca, hasta seleccionar cuidadosamente cada tela y cada empaque.

Ella, por su experiencia en la tienda guiando personalmente a sus clientes, escucha todo tipo de historias. No obstante, la razón “porque me encanta sentirme bien conmigo misma” no tuvo el alto nivel de popularidad que esperaba.

Lo curioso fue que, como empresarias, pensábamos en el poder que sentimos al vestirnos cuidadosamente, sabiendo que tenemos nuestro outfit on point empezando desde la lencería adecuada. Distintos detalles, colores y estilos que no deben saltar a la vista, pero que se vuelven un secreto íntimo con nosotras mismas.  Es una señal de confianza y de saber que tomamos el control sobre lo que vamos a hacer, así tengamos un traje con inspiración masculina, y tengamos una reunión vital para nuestras carreras. O en un plan relax, después de un día de spa casero y lista para leer un libro o ver películas. No sé ustedes, pero no quiero buscar más excusas para sentirme diferente, femenina y fuerte. Y es que, además, la lencería no necesita una razón especial, la razón especial eres tú.

Besos,

Anna Peñafort

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